Change.org, un gran negocio

Change.org, el activismo de sofá?

 

Change.org

Es una organización o corporación constituida legalmente como persona jurídica cuyo negocio se basa en la venta de publicidad en su propia plataforma, peticiones patrocinadas y crowdfunding.

Además actúa como blog y lugar de acogida libre y pública de peticiones por internet de carácter cívico, reformista, social y en general reivindicativo del cumplimiento de los derechos humanos aunque en él tienen cabida todo tipo de peticiones.

Sin embargo es una plataforma de presión social que no sustituye a las iniciativas legislativas populares ya que sus solicitudes vía web no tienen validez legal. Para que así fuese debería incluirse un sistema de restricción de registros y de uso de DNI electrónico (firma electrónica).


De alguna manera, (las firmas online) sirven para ejercer presión y para llegar a otros escenarios. Estas campañas (en internet) facilitan la comunicación entre la sociedad y, algunas veces, permiten la unidad en torno a una causa en la que, de alguna forma, no se gestaría si no fuera a través de este medio.


Muchas veces estas campañas llevan a la trivialización y a la ‘ultrasimplifación’ de temáticas que la gente piensa que con una simple firma, o con un clic, se está haciendo activismo, y ese es un compromiso que se puede poner en duda”, “no todas las campañas tienen un fin exitoso”-


Change.org, permitió durante al menos seis años la creación de campañas con firmas falsas y la suplantación de identidad de sus usuarios. La web, no solo no pedía verificación de email a la hora de firmar o crear una petición. Además, si conocías el correo de algún usuario dado de alta en la web, era posible crear, firmar y comentar peticiones en su nombre.


A juzgar por el número de firmas enviadas, la web es un hervidero de activismo 'online'. La realidad es que un porcentaje indeterminado de esas participaciones son falsas. Hasta ahora, lo único que pedía el sistema para firmar era un nombre, apellido y un email. Sin embargo, no verificaba que ese correo fuera auténtico. Podías inventarte uno o usar el real de otra persona y listo, firma enviada. En el primer caso el sistema acababa detectándolo al cabo de unos días, en el segundo no.


Por ejemplo, imagina alguien que firma en nombre de un político de derechas para apoyar una campaña pro-aborto. Esta compañía tiene una de las mayores bases de datos de correos eléctronicos de toda España, al nivel de las grandes operadoras, y durante años no ha protegido los datos de sus usuarios.

Change.org asegura contar con más de 12 millones de usuarios activos en nuestro país. En su web se crean 600 nuevas campañas por semana con cientos de miles de firmas. El problema es que, tal y como estaba creada la plataforma hasta ahora, sin un sistema de verificación de emails, esas cifras son irreales y, tremendamente hinchadas. "Han estado generando titulares falsos en prensa desde hace años. 200.000 personas apoyan esta causa, 300.000 apoyan esta otra. Ellos mismos sabían que para llegar a esas cifras no podían obligar a la gente a verificar su email, el número de firmas sería muchísimo menor. Y el fallo no solo lo tenían en España, era en la plataforma a nivel mundial.


 "El negocio de esta empresa es el tratamiento de tus datos y las aportaciones económicas de los firmantes o de las campañas financiadas. No nos fiamos de Facebook, que tiene miles de millones para implantar medidas de seguridad, ¿nos vamos a fiar de estos?".

Las campañas de más visibilidad son las que más aportaciones monetarias tienen, lo que deja el sistema en manos del capitalismo, no de la acción social.